Las vidas estaban marcadas por parámetros divinos que la mente infantil inconscientemente almacenaba. Aprender a pensar era tarea que nadie se molestaba en señalar. Había que andar despacio, sin salirse del camino trazado; en la línea recta que a ningún lugar conducía. Y a lo mejor, sin darnos cuenta, éramos felices.
En casa viviamos de acuerdo a las reglas canónicas de la Santa Madre Iglesia. El tiempo estacional llevaba el mismo ritmo que el litúrgico. Y a veces, eran éstos tan obsesivos y dominantes que nuestras vidas se convertían en un continuo rezo. Dios, eterno vigilante, entraba sin pedir permiso en el corazón convirtiéndose en huésped ególatra cuyo cantar monótono te llenaba el alma de suspiros ¿Era esto la felicidad?
Extensión: 96 páginas
Tamaño: 210 x 150 mm.
Encuadernación: Rústica, tapa blanda
Primera edición: 2003
Coordinación: Manuel Baile
ISBN: 84-931475-8-3