Del mismo modo que quien observa un paisaje muy conocido no siempre repara en toda su fuerza o su belleza, en ocasiones el uso frecuente de algunas palabras acaba provocando que estas pierdan su significado a causa de una excesiva familiaridad. Algo de esto sucede cuando, acompañando a la representación política, se encuentra el término crisis. Es un lugar común hablar de la crisis de la representación, hasta el punto de que ha acabado convirtiéndos.
El título de esta obra no quiere ser un ejemplo más de una utilización frívola del término crisis, y ese es el motivo por el que deliberadamente hace referencia a la crisis contemporánea, esto es, a la última manifestación de una característica que siempre ha estado allí, pero que en cada momento ha estado por razones diversas. Al análisis de las razones de hoy es a lo que se dedican las colaboraciones de este libro.