«Un imperio para el mundo» es la segunda parte de la trilogía ‘Yo, conquistador’, sobre la conquista de México.
Villa Rica de la Vera Cruz, 1519, Anno Domini.
Los quinientos españoles que siguieron a Hernán Cortés hasta el misterioso Yucatán ya no son los novatos que desembarcaron en sus costas escasos meses antes. Siguen siendo un puñado de hombres y mujeres, apenas llevan cañones o caballos, pero ahora han conseguido valiosa información sobre el terreno y centan con la colaboración de un amistolo pueblo nativo.
Muchas son las preguntas que se hace Hernán Cortés, el General. ¿Quién es Moctezuma, ese soberano que no les permite seguir adelante? ¿Cómo será Tenochtitlán, la capital de su imperio? ¿Con qué poder en gentes y tropas podrá contar? ¿Qué otros peligros les aguardan en los caminos? ¿Cómo reaccionará la belicosa Tlaxcala a su paso? ¿Serán los totonacas fieles aliados como les han prometido? ¿Podrá seguir manteniendo a los sediciosos bajo control?
Los soldados también se admiran de las riquezas del Nuevo Mundo. Saben que el riesgo y las hostilidades acechan, pero el hecho de encontrarse donde nunca antes nadie había llegado les confiere vigor para seguir adelante. Solo son quinientos pero ya son los conquistadores más avezados de Indias. Ante ellos el imperio méxica parece amenazador pero su determinación es clara: seguirán al General hasta la muerte. Han cruzado el océano en busca de fortuna y aventuras. El viejo y el nuevo mundo van a establecer un contacto tras miles de años de aislamiento y ellos van a ser los que lo lleven a cabo, pero una pregunta se alza sobre todas las demás: ¿Es suficientemente grande el mundo para albergar dos imperios?