Este libro es el relato de las aventuras del autor, desde que era un niño y empezó a tener capacidad de asombro, hasta que un barco lo depositó en el puerto de Veracruz (México) el 12 de octubre de 1942. Se trata, pues, de un texto biográfico, y aunque se dude de la fiabilidad este tipo de relatos, la narración de Julián podría considerarse una fuente bas- tante fiable para el conocimiento de algunos acontecimientos impor- tantes que no pudieran ser comprobados por otras fuentes, como es el caso de los hechos del 18 de julio de 1936 que él presenció de cerca des- de la calle de San Gil, por todo el paseo de la Independencia hasta la plaza de Aragón donde, desde un árbol vio cómo la Capitanía General y su guardián barbudo engullían a las autoridades civiles republicanas para ya no salir. Julián fue espía de ocasión en la Zaragoza posterior al golpe fascista de julio, prestando algunos relevantes servicios a la causa republicana hasta que pudo cruzar las líneas. Tiene un extraor- dinario interés su deambular, una vez pasada la contienda y tomado el camino del exilio, por los campos de internamiento franceses, por las compañías de trabajo, su presencia en la retirada de Dunkerque, su vuelta a España, al campo de concentración de Miranda de Ebro.
Su aventura es, sin duda, la de cientos o miles de republicanos anónimos que salvaron sus vidas. Mientras Julián coge trenes, pasa ríos a nado, se esconde en el interior de los cines, escapa en una palabra, va cono- ciendo gente a la que valía la pena conocer. Además es un texto bien escrito que tras dar testimonio directo de la vida de nuestros compa- triotas en esos años y en esas tierras a las que les llevó la derrota y la represión, emociona, divierte, apasiona a veces y no dejará a ningún lector sin aprovechamiento. Por todo ello y por el valor universal de lo narrado, hemos retirado un subtítulo que puso el autor “Para que me conozcan más familiares y amigos”; a partir de ahora ese conocimiento podrá ser general.