Incumplir los años contiene la esperanza optimista de un texto melancólico y la tristeza otoñal y romántica de un chiste, la precisión del aforismo y la vaguedad de una duda.
El lector hallará en estas páginas un extenso catálogo de humoradas, una lista infinita
de metáforas, un caligrama perdido, imágenes poderosas y artefactos literarios que recuerdan a las greguerías de Ramón o a las chilindrinas de Tomás Seral y Casas, paisano del autor. Todo ello convive con un tono meditativo, con un estoicismo moral pasado por la samba brasileña. Verdaderamente, sorprende comprobar todo lo que puede contener una obra sin género.
Si usted no sabe en qué lugar de su biblioteca colocar este libro que no es un poemario, que no es una novela, ni una colección de cuentos, ni un drama… pero que lo es todo, no se preocupe: resérvele la L, de Literatura.