¿Es posible encontrar todavía en estos tiempos una novela inédita de nuestro Siglo de Oro? Aurelio Esteban intenta convencernos de ello.
La presente edición de El caminante de los tejados es la transcripción de un manuscrito hallado en un caserón de La Puebla de Híjar, supuestamente escrito en la década de 1660. Narra las aventuras y la vida de Lope Ruíz que medio siglo antes, había sido estudiante, espadachín, soldado, y al parecer, hombre de letras. El original, por una de esas casualidades tan oportunas, se perdió en un incendio poco después de ser copiado.
Aunque no terminamos de creer a Aurelio, pues nos tiene ya acostumbrados a sus fantasías y mixtificaciones, lo cierto es que El caminante no sólo resiste la comparación con alguna de las más estimables obras de la novela picaresca y otras piezas literarias del barroco español, sino que aporta al género (si como tal pudiera considerarse) nuevos ingredientes que hace cuatro siglos no habrían pasado el filtro del rígido escrutinio inquisitorial. Veladas, y a veces abiertas, críticas a la sociedad de esa época, opiniones heterodoxas en materia religiosa, y sobre todo, referencias al sexo, cuando no episodios eróticos explícitos, son solo algunos de los aderezos de este guiso literario disparatado y excéntrico.
Como diría el autor (sea éste Aurelio Esteban o Lope Ruíz), pruébalo lector discreto y amable. Paladea la novela a tu placer, y después dirás si fue de tu gusto o la hallaste algo indigesta.