Un recorrido arriesgado, alejado del centralismo habitual de los libros de viajes y que parte de la franja oscense y nos lleva hasta las comarcas más bellas del Teruel más profundo. Un libro valiente, hermoso, un libro en el que Ángel Gracia nos muestra su pasión por Aragón.
Todo viaje, pero especialmente los viajes de cercanías, tienen un punto quijotesco y burlón (por algo El Quijote es uno de los mejores libros de viajes que se han escrito en castellano). Quien lo emprende asume que su empeño es una extravagancia, y busca reconocerse en la extrañeza del vecino. Recorrer Aragón en bici, en solitario y sin ánimo deportivo, es algo impropio de alguien sensato. Hay algo incómodamente transgresor en esa aventura. Recorrer la propia tierra como si fuera extraña es el primer paso para sentirse extranjero en ella.
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Club de lectura en el Pequeño teatro de los libros
Destino y trazo por Javier López Clemente